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domingo, 25 de julio de 2010

¿Qué hace un juguete? o ¿qué nos hace?

Juguetes eran los de antes

"Los nuevos juguetes son bastante limitados y aburren a los chicos con mayor velocidad que los fabricados hace 30 años". El diagnóstico, a poco del Día del Niño, pertenece a Diego Lascano, investigador argentino residente en Uruguay, autor de libros sobre historias de la fabricación de juguetes y a punto de publicar un libro sobre la historia del soldadito de plomo.

"El juguete hiperrealista de hoy limita la invención infantil al poseer dispositivos que reemplazan todo lo imaginable por un niño hipersaturado ya de información. Hasta la década del 70 los juguetes representaban la realidad en miniatura, para que los niños jugaran a ser mayores, asumiendo el rol de los adultos con la seguridad de controlar un entorno proporcionado al tamaño de sus posibilidades", aseguró Lascano en una entrevista con la agencia Télam.

Según Lascano, "la irrupción masiva del juguete derivado del mercadeo de dibujos animados, cine y televisión, modificó esa realidad miniaturizada hacia un universo irreal". Ahora, "casi sin juguetes tradicionales en los comercios, los niños no tienen otra alternativa que interactuar con los productos corporizados de la bidimensionalidad e idiosincrasia de la industria audiovisual".

Lascano confesó que le da "mucha tristeza" ver a los niños "aburrirse rápidamente con los «efectos especiales» de sus juguetes, incapaces de atribuirles otra función que nos sea la anunciada en sus cajas o en los comerciales de televisión".

El investigador es autor de los libros Juguetes uruguayos 1910-1960 (2004) y Matarazzo. Juguetes de hojalata argentinos —en coautoría con Daniel Sudalsky (2005)—. Además realizó exposiciones sobre el tema en Uruguay, Argentina y Chile y escribió el guión del documental Juguetes (con historia) (1997), sobre la colección de juguetes del Museo de la Ciudad de Buenos Aires.

"Los juguetes del pasado —explicó Lascano— son la fascinación de muchos arqueólogos, antropólogos e historiadores por las hipótesis que generan sobre el motivo real de su creación, función o uso: herramientas para el juego o instrumentos rituales o propiciatorios. Esos objetos traen al presente, miniaturizadas, circunstancias culturales y sociales de su tiempo, que dan indicios sobre la identidad y las creencias de los que los concibieron y de quienes jugaron con ellos".

El material con que se fabrican los juguetes es un punto a tener en cuenta, ya que muchas veces determinaban preferencias: "Los juguetes de hojalata litografiada permiten mecanismos de cuerda o fricción que le dan vida propia, además de ser los más atractivos estéticamente por la posibilidad de imprimir en la plancha de hojalata dibujos detallados", señaló Lascano.

Para el investigador, la irrupción del plástico fue decisiva para la industria del juguete: "El proceso industrial de inyección del plástico permite volúmenes de producción impensados hasta allí, aunque excluye a artistas, pintores y ensambladores. Los nuevos juguetes carecen del toque humano que poseen los fabricados en madera, hojalata u otros materiales nobles".

Sobre el emblemático soldadito de plomo —tema de su próximo libro— el autor señaló que su historia se remonta al Egipto de los faraones. La industria tomó impulso en el siglo XX; cuando las fábricas europeas desarrollaron versiones específicas para América del Sur y tuvo su edad de oro en los 40. Con la Segunda Guerra Mundial, "la industria nacional asume de nuevo la responsabilidad de sustituir los productos importados y proveer a su clientela", explicó Lascano.

"Cada juguete evidencia la ideología de una época: Hitler, Mussolini o Franco en formato de soldadito y otras tantas miniaturas de pasta representando las juventudes simpatizantes de esos regímenes, podrían dar un indicio. Hay que preguntarse cómo jugarían los niños con ellos y qué quedaría de esa propaganda en mentes tan permeables", concluyó el investigador.